Una Noche En La Sabana

Qué maravilla trabajar así, con el único sonido de mis dedos tecleando y la naturaleza de fondo..

Cuando digo naturaleza digo todo tipo de animales que no se ven y que no tengo la más mínima idea de qué pueden ser,

pero ojo, ahí están.

Miré a Luna, durmiendo placidamente bajo mis pies…¿Quién dijo que era una perrita pesada y agresiva?

Hace tiempo que su pelo parece más gris que blanco y su collarcito rosa es más bien negro.

No creo que recuerde cuando fue la última vez que no tuvo que rascarse con ímpetu para sacarse las pulgas.

Hace ya días que viene a por agua y a echarse en la alfombrita de los pies que hay junto a la piscina.

Cuando está aquí no ladra nunca.

Luego vuelve a la calle a buscarse la vida y a poner órden.

Y se pelea como la que más si hace falta.

Nadie quiere hacerse cargo de ella porque si te acercas más de la cuenta intenta morderte.

Tal vez tenga heridas que no vemos.

Entonces, Luna es un problema que nadie quiere.

Desafortunadamente, poco más que darle agua y una pastilla antiparásitos y morir de pena puedo yo hacer ahora mismo por ella.

En general, si tuviera que quedarme con todos los animales de los que me he ido enamorando por el mundo, ahora mismo regiría el arca de Noé y…

…bueno, allí Luna sería una gran líder por supuesto.

Sé quien también tendría un sitio fijo también en mi arca.

Matilde (la guapona de la foto)

Os la presento.

Hace unos años, estuve de acampada y safari por Tanzania.

Un día nos pusimos a buscar dónde plantar nuestras tiendas de campaña en la sabana antes de ir a explorar el territorio.

Encontramos un grupo de jirafas (me encantan, ¿no te encantan? que animal más raro).

Había también alguna cebra, y en general animales herbívoros, asi que, a pesar de las marcas de hipopótamo saliendo del río (actualmente conocidos por ser arduos asesinos de gente, por lo visto), nos pareció un buen lugar donde quedarnos esa noche.

Si los “veganos” andaban por allí, es porque los “malos” no estaban cerca.

Tiendas montadas y rumbo a explorar la enorme y exuberante sabana.

Unos cuantos leones, hipopópotamos, babuinos, hienas y ñúes más tarde, volvimos a nuestra zona de acampada para quitarnos el polvo, comer algo y descansar hasta las 5 am del día siguiente.

Al llegar allí, sorpresa, solo quedaba una jirafa adolescente.

Todos los demás se habían ido.

Incluída su madre.

¿Mala madre?

No empecemos a juzgar a la gente…que no sabemos nada.

En fin.

En fin, preparamos un fuego, una cena por cierto exquisita que incluía Ugali, como cada noche para reponer fuerzas, y supusimos que la jirafa se asustaría de nosotros y se quedaría lejos.

*Ugali: para los amantes de lo culinario, es un plato típico de por allá que viene siendo una masa de harina de maíz que se sirve caliente, acompañada de verduras.

Clarificar que no, no soy vegana, me parece dificilísimo.

Bien.

Cuando nos dimos cuenta, la señora jirafa ya era un miembro más a la mesa.

- ¡Quiero abrasaarla! Decía una Argentina que moría como 20 veces más de amor que el resto de los mortales con los animales.

Después de pasar la noche alrededor del fuego, contando estrellas y con “Matilde” aun con nosotros, llegó la hora de irnos a dormir.

Pum, pum!

Los rangers pegaban tiros al aire para asustarla y echarla.

Todos empezamos a gritarles para que pararan.

Entonces nos explicaron que la jirafa estaba herida y por eso su familia la había abandonado, puesto que los depredadores están al acecho y ya de lejos la olerían y vendrían a cazarla a lo largo de la noche.

Si, o si.

Su familia la había abandonado para sobrevivir ellos, y nosotros debíamos hacer lo mismo.

Si se iba ahora, era posible que tuviera una oportunidad.

De buena gana me hubiera yo llevado a la jirafa debajo del brazo, pero no era práctico ni sostenible y además podíamos morir si lo hacía.

Asi que dejamos que los rangers del parque, que llevan conviviendo toda su vida con estos animales hicieran su trabajo y la espantaran.

Ella había confiado en nosotros y ahora había que abandonarla.

Terrible.

A la mañana siguiente, supongo que teníamos una pequeña esperanza de asomar la cabeza y que Matilde siguiera por la zona. Yo me alejé un poco del camping para buscarla.

Ni rastro de ella.

De nuevo, me la hubiera llevado debajo del brazo.

En fin.

En fin, si Luna o Matilde fueran humanas…para empezar no estarían en mi arca lo siento pero, ¿te puedes imaginar el discurso que traerían?

- Ay que desgraciadita soy que me abandonó mi madre

- Ayyyy que drama más grande que no me ponen la comida como a los demás

- Ayyy si es que nadie me quiere

- Ayyyy de mí en general

Y entre lamentaciones, ya estarían posiblemente muertas.

Ellas sufrieron un abandono y situaciones dificiles pero siguieron confiando y buscando amor.

La verdad creo que ellas saben algo …

¿Habéis leído el libro “Los 4 acuerdos”?

Ya estás tardando en llegar a la librería si no lo has hecho.

No te voy a contar cuales son porque para eso ya hay un libro entero, pero hay uno de los acuerdos que dice:

NO TOMES NADA COMO PERSONAL

Buah, no tienes idea del descanso que eso supone. Y además es cierto.

Nada es personal.

Me perdone, no eres tan importante.

Matilde no fue abandonada porque su madre no la quería y que desgraciadita y todo eso…fue abandonada porque es la responsabilidad de la manada.

Porque así funciona la ley de la sabana y porque si se quedaban, además de ella, el resto también serían atacadas. Y la madre de Matilde tenía más personas que cuidar.

No fue personal.

Los rangers la dejaron pasar la noche con nosotros pero luego tuvieron que espantarla.

No fue personal.

Nadie ha podido aun acoger a Luna porque muerde

No es personal.

Luna muerde porque tiene miedo.

No es personal.

Nada es personal.

NUNCA.

Ahora me tengo que ir porque en 4 horas me toca viajar en el tiempo, a 12 horas menos de donde estoy. Sí, al otro lado del mundo.

Os escribo la próxima semana desde las playas de California, el surf y los atardeceres del Golden State.

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