top of page
Post: Blog2_Post
Buscar

Si Spotify No Hubiera Perdido Mi Contraseña

  • Foto del escritor: Angela Domenech
    Angela Domenech
  • 22 may 2023
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 6 nov 2023



Primo Paco: ja, soy el mejor, siempre gano yo

Yo: Mami, ¡Paco siempre hace trampas jugando a burro!

Primo Isra: Mira, mira, ¡¡en bombaaa!!

Yo: ¡¡Ayy que me mojas!!

Yo: Marcho en bici con Elena y Maria, ¿a que hora vengo para cenar?


Y así pasaba la vida veraniega de aquellos maravillosos años…


Estoy sentada en uno de estos cafés enormes de Bali que huelen a spa, con camareras encantandoras y música relajante de fondo. Rodeada de otros nómadas con vidas muy diferentes.


Iba a empezar a escribir la historia que os había prometido sobre los campamentos de verano pero otros recuerdos de aquellos veranos empezaron a agolparse en mi cabeza.


Ay...los veranos...

esos son siempre los mejores recuerdos de nuestra vida, ¿no os parece?


¿Cómo no?


Mi hermano haciéndome cosquillas, yo intentando liberarme, mi hermana pidiendo canciones, mi madre poniendo órden sin éxito y mi padre mirando por la ventana en lugar de mirar para alante mientras conducía.


Así íbamos en la caravana en la que vivíamos unos 2 meses cada verano, de camino al camping.


Me encantaba esa vida de acampada.


Para mí las noches eran muy especiales, salíamos con nuestros amigos en bici a explorar el pueblo. Era una sensación de aventura y libertad al mismo tiempo.


Algunos días mis hermanos y yo íbamos con mi padre a pescar al pueblito de al lado. Solía ser un fracaso total, pero seguíamos yendo a pasar el rato.


Ir a la playa que estaba en frente era en sí emocionante porque allí había huellas de dinosaurio, ¡reales!


Mi padre era biólogo y me contaba cómo se extinguieron esas “terribles lagartijas” (del griego dino-saurio, por si no lo sabías), y otras historias fascinantes, y yo me las imaginaba a la perfección.


Sin duda, lo que más me gustaba del verano, era que podía pasar más tiempo con él.


También soliamos ponernos bajo la sombrilla y leer muchos libros. Y luego nos metíamos al mar a bucear…¡Qué vidorra!


En fin.


En fin,


Volviendo al presente, la vida aquí en Bali de por sí, parece un verano constante, gente nueva, excursiones, la playa, la piscina, la libertad, la aventura…una vida que a veces parece irreal, pero no lo es.


En esta vida, es raro tener nostalgia, hay poco que echar de menos. Eso ayuda a estar presente. Pero también, a veces, solo a veces, te hace perder de vista el pasado, el cual es una gran parte de quien eres hoy.



El caso es que sé porque me vinieron todos esos recuerdos del verano. Fue por algo que me pasó ayer.


Os lo voy a contar...


Iba a ir a la playa más tarde con unos amigos y quería hacer una playlist antes.


Muy bien.


Ordenador abierto. Google “Spotify”.


Tu cuenta ha sido desconectada, introducir contraseña.



Vale, ya la cagamos.


A ver, recuperar contraseña…estupendo, la cuenta está enlazada a esa cuenta de correo que hace 200 años que no abro.


Tras varias vueltas cansinas que ya imaginais porque todos hemos estado ahí, logré entrar en mi correo.


Me quedé ojiplática mirando la pantalla.


De pronto aparecieron un montón de correos que me había intercambiado con mi padre, hace ya más de 10 años.


Había olvidado cómo me hablaba. No recordaba cómo le hablaba yo. Y desde luego no recordaba ¡que hablabamos por correo cada día!


Él desde su oficina, yo desde Italia, Londres, Salamanca.


- ¿Papi, me puedes ir a llevar un papel para una beca de la universidad?

- Nena, ¿me podrás traducir esto a inglés para el trabajo?


Nos ayudábamos mutuamente.


Entre los correos encontré algo que no recordaba haber hecho para nada. Lo que es la mente…en cada lugar al que iba, yo le hacía un pequeño documento con fotos donde le contaba una historieta sobre cómo era mi vida allí y las personas que estaba conociendo.


En esta foto estamos comiendo pizza donde vamos siempre los Viernes. La chica peliroja a mi lado, es Laura, es de Valencia y va a venir a visitarnos a casa este verano…


Él me respondía feliz por saber que, una vez más, estaba bien.



Es curioso.


¡Yo le contaba historias a mi padre hace ya más de 10 años!




También ayer, y con esos emails en la mente, estaba escribiendo una propuesta para una clienta, y para que entendiera algo que le quería transmitir le conté una historia que nunca había contado antes:


Cuando yo era pequeña mi casa era un caos. Mi hermana siempre estaba liándola, mi madre gritando, mi hermano encerrado jugando a videojuegos a todo volúmen, mi madre gritando otra vez.


Mi padre y yo siempre nos hemos llevado muy bien, asi que yo me colaba a menudo en su despacho para estar en calma.


Él ponía inciensos, me enseñó meditación. A menudo me llevaba a explorar por la montaña. A las noches me decía “dime 3 cosas por las que estás agradecida hoy” y sobretodo me insistía en que escribiera siempre un diario.


Cuando él no estaba, mi refugio era ese diario. Ahí podía hablar de todo y entendía que además de mi padre, yo era la otra persona que podía comprenderme y con quien ser real.


Ahí nació mi amor por escribir. Nunca dejaba de hacerlo aunque nunca se lo enseñaba a nadie.


Mi padre murió jóven y yo abandoné el diario.


Hace un tiempo, no mucho, empecé a sentir unas ganas irrefrenables de escribir.


Y lo hice.


Cuando escribo me conecto conmigo y con él, e intento ser siempre fiel a los valores que me enseñó: honestidad y autenticidad.

Esto nos lleva a este momento.


Escribí eso, y volví a quedarme ojiplática.


¿Cómo puede ser? estamos con nosotros mismos toda la vida, creemos que nos conocemos o que sabemos porque hacemos lo que hacemos. Y de pronto, descubres que hay una parte entera de tí que habías enterrado y olvidado.

Para sobrevivir.



Sé que todo esto ha vuelto a mí porque he vuelto a escribir.

Sé que he vuelto a escribir porque hace 2 años decidí cambiar de rumbo, perderme en la incertidumbre y buscar mi verdad.


Sé que no me habría hecho consciente de esta parte de mí mientras yo creyera que escribir era para otros que lo hacían mejor, si hubiera tirado la toalla.


Y, y esto es seguro, sé que esa parte de mí seguiría enterrada si hubiera seguido sin atreverme a recordar a un padre al que echo de menos.

Sin duda hace solo un año, no habría abierto esos correos.


Sin duda hace 6 meses no habría estado compartiendo esto.


Ayer supe por qué escribo y por qué viajo. Ambos me devuelven esos veranos. La aventura y la libertad. La autenticidad y la honestidad. Y no puedo nergarmelos.


La verdad es que no es cuando tengas un trabajo mejor, una casa mejor, una pareja mejor, una nariz nueva o un perro que haga el pino puente...es cuando recuerdes quien eres y te permitas serlo (esto ya lo decía Mufasa, no he descubierto yo nada), cuando entonces tus puntos se conectan y todo simplemente, va.


Ayer fue un BUEN día.


Un saludo a Spotify ¡Gracias por perder mi contraseña!


A todo esto, mi playlist fue un éxito mientras veíamos el atardecer de la foto.


Si quieres seguir conmigo y mis historias, ya sabes, SUSCRÍBETE si aun no lo has hecho.


¡Te deseo un día aventurero!





 
 
 

4 commentaires

Noté 0 étoile sur 5.
Pas encore de note

Ajouter une note
Invité
22 mai 2023
Noté 5 étoiles sur 5.

Ayy! Alguna lagrimilla se me escapó leyendo este relato tuyo precioso, cariño! Muchos besos

J'aime

Invité
22 mai 2023
Noté 5 étoiles sur 5.

😪🤙😍😘 😘 Qué guapo

J'aime

saramr71
22 mai 2023
Noté 5 étoiles sur 5.

Madre mía Gelin, que súper bonito 💙 no se me quita el nudo de la garganta

J'aime
Angela Domenech
Angela Domenech
22 mai 2023
En réponse à

Gracias Sara!! Me alegro de que te haya gustado. Aviso que la próxima, viene más alegre. Un abrazo!

J'aime
bottom of page